Hace poco una de mis clientas me decía, sentenciándose con sus palabras:
Soy pesimista. Lo tengo en los genes.
Rápidamente, vinieron a mi memoria, Martin Seligman, William James y Viktor Frankl.
Hace unos pocos años (11 ¡Guau!) publiqué un artículo sobre la fórmula de la felicidad tras estudiar a M. Seligman. (Aquí te lo dejo) Luego puedes volver aquí y leerlo.

Sería absurdo olvidarnos que contamos con una genética o que vivimos y viviremos circunstancias dolorosas sobre las que tendremos poco (o ningún) control.
¿Hasta qué punto son determinantes la genética y los “accidentes” de la vida?
¿Cómo de determinantes son en nuestro bienestar emocional?
Habrá momentos en los que las cartas que nos reparta la vida no serán las mejores. Sin embargo, podemos convertirnos en un observador “un poco más alejado” de esa “partida” que está en marcha, para analizar la situación. Sobre todo, alejándote un poco de tu dolor. Cuando el sufrimiento es intenso, la mente entra en modo “ataque o huida”, en modo reptiliano, secuestrados por la amígdala y nuestra capacidad de gestión emocional y de nuestros actos se ve mermada.
Alejarse de la reacción instintiva que surge del dolor nos permite darle tiempo al neocórtex para entrar en marcha.
Aquí es donde me viene una de las frases de Viktor Frankl.
«Todo puede serle arrebatado a un hombre, menos la última de las libertades humanas: el elegir su actitud en una serie dada de circunstancias, de elegir su propio camino. ¿No podemos cambiar la situación? Si no está en tus manos cambiar una situación que te produce dolor, siempre podrás escoger la actitud con la que afrontes ese sufrimiento».
Y estas palabras no son las de un médico que teoriza sobre la vida. Son las de un hombre que vio morir a toda su familia en un campo de concentración, en el que él también estaba confinado. Sobrevivió su cuerpo. Pero lo importante es que sobrevivió su mente, su espíritu, su fuerza interior, gracias a decidir que nadie podría quitarle la actitud con la que afrontar ese terrible sufrimiento.
Cuando las cartas vienen mal dadas y nuestra genética no es la mejor… aún nos queda un as en la manga.
La fórmula
Martin Seligman, como padre de la Psicología Positiva, nos dejó su fórmula de la felicidad.
F=R+C+V
Felicidad es igual a la suma de un rango fijo, dado por la genética, más las circunstancias y la voluntad.
El rango genético
Esa herencia invisible y no elegida, que recibiste al nacer, tiene un papel importante en cómo percibes la vida. Algunos nacen con una predisposición a ver el mundo con un brillo optimista, mientras que otros enfrentan una batalla más desafiante con la tendencia al pesimismo. Los estudios respaldan la idea de que aproximadamente la mitad de nuestra felicidad está influenciada por la genética.
Podemos tener un factor R de - 50 o de +50. Según hayamos heredado la negatividad de uno de nuestros padres o el optimismo del otro. Porque seguramente nuestros padres no son iguales en esto.
Las circunstancias
Por otro lado, las circunstancias que atravesamos a lo largo de nuestra existencia también moldean nuestra percepción de la felicidad. Las experiencias, tanto las positivas como las negativas, afectan a nuestro ser, influenciando cómo afrontamos la vida.
No es raro que algunas personas “culpen” a la vida de su infelicidad. Han podido ser durísimamente golpeadas… Sin embargo, es erróneo. Es tentador pensar que las circunstancias adversas son barreras infranqueables para la felicidad. Pero los investigadores, analizando a personas con iguales vivencias negativas y comparándolas con el nivel de felicidad posterior, sugieren que las vivencias, incluso los traumas más terribles, solo corresponden a un 10% del total de nuestro bienestar (o malestar) emocional.
Entonces, ¿dónde radica nuestra felicidad?
Aquí es donde la voluntad personal se convierte en la pieza fundamental de este complejo rompecabezas emocional. La capacidad de elegir tu actitud frente a las situaciones que enfrentas es el aspecto más poderoso y transformador de todos.
William James, otro famoso psicólogo estadounidense, pero anterior a Seligman, dejó esta frase:
“Eres tú, con tu forma de hablarte cuando te caes el que determina si te has caído en un bache o en una tumba”
La actitud es una elección voluntaria
Antes de ahondar en las palabras de William James, permite que vuelva a Viktor Frankl.
"Entre el estímulo y la respuesta, hay un espacio. En ese espacio reside nuestra libertad y nuestro poder de crecimiento como seres humanos".
La psicología positiva, iniciada por Martin Seligman, nos dice entonces que el 50% de nuestra “felicidad” corresponde a la genética. Que el 10% siguiente lo aportan las circunstancias. Y nos queda ese 40% de nuestra felicidad que depende de nuestras acciones conscientes, de nuestra voluntad de adoptar una actitud proactiva frente a la vida. Ahí es donde me encanta acompañar a las personas en mi labor como coach.
"El gran descubrimiento de mi generación es que los seres humanos pueden alterar sus vidas al alterar sus actitudes mentales"
Otra frase de William James que nos lleva en el mismo sentido.
Tu genética puede aportar un -50.
Tus circunstancias pueden en determinado momento también estar en negativo.
Sin embargo, la fórmula de la felicidad TE BRINDA UN ENORME PODER.
TU ACTITUD.
Genética y circunstancias pueden establecer un escenario en negativo. Pero es la voluntad, tu actitud hacia la vida, lo que tiene el poder de cambiar el curso de tu historia emocional.
Mira a tu alrededor.
Conoces a personas con ambas genéticas (optimistas y pesimistas).
Conoces a personas con circunstancias agradables o terribles.
Pero eso no determina cómo serán sus vidas.
La invitación es clara: cultivar la voluntad de ser feliz es la clave. Más allá de la genética, más allá de las circunstancias, la actitud que tú decides adoptar es tu superpoder en este viaje llamado vida.
Es por eso que a mis clientes, a mis chicas y mis chicos, no les permito conformarse con la genética ni con las circunstancias. Todo eso está fuera de nuestro control y depende de la “suerte”. Trabajo para que cojan las riendas de sus vidas, desde mi primer taller online allí por 2011. Y lo hacemos bien.
Te invito a reconocer ese poder interior, el de tu voluntad por vivir en felicidad. El poder de elegir tu actitud incluso en medio de la peor de las tormentas. Eso es lo que te permite tomar las riendas de tu propia felicidad, y comprobar que, en última instancia, eres arquitecto de tu bienestar emocional.
Gracias.
Viki Morandeira
Coach Ontológico
@2010-2024