¿Por qué no preguntarse "por qué" en la pareja?
Una reflexión desde el coaching ontológico
Hola Gente!
Cada noche me duermo escuchando algún audiolibro. Escucho libros sobre muchos temas. Y algunos los vuelvo a escuchar, tras años de ya haberlos leído.
La Viki Morandeira que soy hoy, no es la misma Viki Morandeira de hace 15 años, 6 meses, o incluso hace unos pocos días.
Y eso hace que los mismos libros me dejen distintos aprendizajes o reflexiones, según quien soy cuando los leo/escucho. Como coach de relaciones de pareja, es habitual que “lleve a mi terreno” todo lo que leo/escucho.
Un libro sobre Riqueza
Te decía, que estaba escuchando un libro. Los 10 secretos de la riqueza abundante de Adam J. Jackson. Y planteaba una idea poderosa:
Preguntarnos "por qué" ante las situaciones que vivimos puede ser un obstáculo para avanzar.
En lugar de eso, el autor sugiere que las preguntas "cómo" y "qué" son más apropiadas.
El porqué nos lleva al papel de víctimas. El cómo y el qué nos hacen protagonistas de nuestras vidas. Nos abren caminos hacia soluciones y nuevas posibilidades.
¿Y si traslado lo que acabo de oír en este audiolibro al ámbito de las relaciones de pareja? Eso es lo que siempre hace mi mente, da igual el tema del que trate el libro o audio que tenga entre manos.
El peso del "por qué" en la pareja
Imagina esta escena: tu pareja llega tarde a casa sin avisar y tú, naturalmente, te preguntas: "¿Por qué me hace esto a mí?". O quizás discutieron por algo insignificantemente cotidiano, como quién olvidó pasarse por la compra antes de ir a casa tras el trabajo, y tu mente se dispara: "¿Por qué siempre tiene que ser así?".
Estas preguntas, aunque parecen inofensivas, son un callejón sin salida emocional. El "por qué" nos ancla en el pasado, nos sumerge en culpas, victimismo, justificaciones o resentimientos, y rara vez nos da respuestas que nos hagan sentir mejor.
Culpas vs Soluciones
Puse en pausa el audiolibro y me quedé pensando en esa idea. Tome notas en mi teléfono, para no olvidarlas y escribir este artículo al día siguiente.
La pregunta de el "por qué" tiende a enfocarse en buscar razones externas o en señalar al otro como responsable de lo que sentimos. En una relación de pareja, esto puede convertirse en un círculo vicioso: uno acusa, el otro se defiende, ataca acusando, te defiendes y así en bucle. Mientras que el amor queda relegado a un segundo plano.
Preguntarnos "por qué" nos mantiene atrapados en una narrativa de víctimas o victimarios, alejándonos de nuestra capacidad de crear algo nuevo juntos.
El poder del "cómo" y el "qué"
Ahora, cambiemos la perspectiva. En lugar de preguntarte "por qué mi pareja llegó tarde", prueba con: "¿Cómo puedo expresar lo que siento sin que esto se convierta en un conflicto?" o "¿Qué puedo hacer para que ambos nos sintamos más conectados a pesar de este momento?".
Es muy diferente el resultado de vivir tu vida como víctima, que vivirla como protagonista. Y es algo que puedes empezar a hacer hoy mismo, gratis y fácil. Cambiando el “por qué” victimista o acusatorio, por “cómo lo hago” o “qué puedo hacer mejor”.
Estas preguntas no solo te devuelven el protagonismo sobre tus emociones, sino que también te invitan a buscar soluciones prácticas y a enfocarte en lo que realmente importa: la relación.
El "cómo" nos pone en acción.
Nos desafía a explorar, por ejemplo, nuevas maneras de mejorar la comunicación, de resolver malentendidos o de construir acuerdos que fortalezcan la pareja. Por ejemplo, si sientes que hay distancia emocional, podrías preguntarte: "¿Cómo puedo crear un espacio para que hablemos con calma y sinceridad?".
Es muy común que alguna de mis clientas me diga: ¿Por qué con sus amigos si quiere salir y conmigo no?
Esa pregunta no le da opciones a hacer nada. Solo sufrir.
En lugar de eso, cuando les contesto, les invito a usar el cómo y el qué. Y lo hacía antes de haber leído este libro. Y lo ví mientras escrito esto que te estoy escribiendo.
¿Por qué conmigo no quiere hablar?
¿Por qué no se comunica?
¿Por qué miente?
A esta pregunta, le respondo con otra pregunta:
¿A otras personas les puede decir “la verdad”?
Recuerdo el caso de una clienta, una pareja con mellizos, con un par de añitos. Me decía “indignada” que porqué su esposo solo le había dicho que se había comprado una guitarra eléctrica cuando en realidad se había comprado dos.
NO es un mentiroso. Es una persona con miedo a la reacción de su pareja, con una personalidad evitadora de conflictos.
En lugar de preguntarte, ¿Por qué me miente “a mí”? cambia y pregúntate:
— ¿Qué le lleva a ocultarme lo que compró/decidió?
— ¿Cómo logro que confíe en mi para compartirme lo que piensa/hace/compra?
— ¿Qué pasos puedo dar para mejorar nuestra comunicación/relaciòn?
¿Ves la diferencia?
Sigamos, con el qué.
El "qué" nos ayuda a reflexionar. Pero también a expresar prioridades y deseos. "¿Qué quiero que signifique esta relación para mí?" o "¿Qué necesitamos ambos para sentirnos valorados?" son preguntas que nos conectan con el propósito profundo de estar juntos. En vez de perdernos en los "porqués" del pasado, el "qué" nos proyecta hacia un futuro compartido.
Un ejercicio práctico para tu relación
Te invito a probar esto la próxima vez que sientas frustración o confusión en tu pareja. Toma una situación concreta —quizás una discusión reciente o un hábito que te incomoda— y escribe tres preguntas: una con "por qué", otra con "cómo" y otra con "qué".
Por ejemplo:
- Por qué: ¿Por qué siempre me interrumpe cuando hablo?
- Cómo: ¿Cómo puedo hacerle saber que necesito que me escuche sin que suene como un reproche?
- Qué: ¿Qué puedo aportar yo para que nuestra comunicación fluya mejor?
¿Lo notas?
Las preguntas por qué nos llevan a rumiar las mismas quejas una y otra vez. A seguir en el bucle. A buscar y encontrar culpas en el otro. A personalizar las situaciones. A sufrir. A bloquear el avance. A seentir que no podemos hacer nada. A vivir como víctimas.
En cambio, los qué y los cómo nos ayudan a entender, a ser un observador diferente, a actuar y construir. A responsabilizarnos de nuestra parte.
Este simple cambio de enfoque puede ser revolucionario.
Amar desde la posibilidad
Algo que me gusta mucho del coaching ontológico, es la posibilidad de ser “un observador diferente” de nuestra propia realidad. Y qué mejor que empezar por casa, por nuestra relación, como un espacio de aprendizaje, crecimiento y co-creación.
Preguntar "por qué" nos estanca en lo que ya pasó, pero "cómo" y "qué" abren la puerta a lo que podemos ser.
En una pareja, esto significa dejar de lado las explicaciones agotadoras y abrazar la posibilidad de crecer juntos.
Así que la próxima vez que algo “duela” en tu relación, respira profundo y elige tus preguntas con intención.
¿Qué eliges hoy para tu relación?
Viki Morandeira