¿Por qué no eres cómo yo quiero que seas?
La trampa de las comparaciones y expectativas irreales, en la pareja, que te hacen infeliz
¡Hola!
Mirando la serie Envidiosas (Gracias, San, por recomendármela) me quedé pensando en la cantidad de veces en las que «la mente» cae en comparar a nuestra pareja con un cierto«ideal».
Estás en casa, entre la lavadora que suena como si fuera a despegar, y tu pareja, que seguramente está en el sofá muy a gusto. Todo va bien hasta que, de repente, aparece en tu mente la imagen de aquella amiga que tiene una vida tan perfecta, con su pareja que parece salida de una película romántica. “¿Por qué no puede ser así la tuya?”, o “¿Tan difícil es que haga lo que necesitas sin que se lo tengas que pedir?”
O estás ahí, sentado en el sofá, después de un largo día. Miras a tu pareja, que te ha lanzado esa mirada enigmática, esa que bien podría significar “quiero un abrazo” o “recoge eso del suelo”. “¿Por qué no puede ser como era al principio de la relación?”.
Si tu mente ha empezado a “hablar” sobre los motivos que tú tienes para quejarte de tu pareja, tras leer lo anterior, vamos bien. El primer paso es tomar consciencia del diálogo interno.
Todos hemos tenido pensamientos como estos, y es natural.
La vida en pareja a veces saca lo mejor y, bueno… otras veces saca nuestras mejores quejas, críticas y expectativas al compararle con una visión idealizada de lo que debería ser/hacer.
¿Sabes cuál es el motivo real de la infelicidad?
Que en una pareja ninguno de los dos es perfecto, PERO los dos, ingenuamente, suelen tener una expectativa de perfección para el otro.
El equivocado no es el Olmo que no da Peras. ¡¡¡¡Sino quién espera que eso ocurra!!!!
Respeta al Olmo. Ámalo por ser quien es.
Puedes pinchar ahí y leerás un artículo sobre las expectativas y el sufrimiento que uno mismo se inflige cuando es tan ingenuo de esperar peras de un olmo.
Pongamos un poco de humor.
Las “quejas silenciosas” (y no tan silenciosas) que todos tenemos
Vamos a admitirlo, todos hemos caído en la tentación de imaginar cómo sería si nuestra pareja fuera “un poco más…” (inserta aquí cualquiera de tus quejas).
Quizás piensas “si tan solo fuera un poco más detallista” o “si pudiera ser menos controlador/a”.
Están también las quejas clásicas: “¿Por qué nunca recuerda recoger sus cosas?”, o “¿No puede entender que necesito espacio/silencio/paz?”. Y claro, cómo olvidar la eterna pregunta: “¿Por qué no puede ser más como era al principio?”
Es como si en nuestra mente tuviéramos un pequeño guion sobre cómo debería comportarse nuestra pareja, y cada desvío de esa perfección idealizada en nuestra mente, se convierte en una queja interna, un suspiro de resignación o una exigencia escupida a gritos, que agría la relación. 😢😢😢
Expectativas de película/Instagram
Reflexiona y analiza si llevas una “película mental” de lo que crees que tu relación debería ser.
¿Te sientes mal al imaginar cenas románticas que él o ella debería planear de la nada y no sucede?
¿Esperas palabras dulces que fluyan como poesía sin ningún esfuerzo, como las que has visto compartir en redes a la pareja de esos amigos tuyos?
¿Te sientes víctima al no recibir gestos de comprensión absoluta después de un día difícil?
Esperar que la realidad sea siempre perfecta, que tu pareja lo sea, es el pasaje perfecto a la infelicidad.
Pero no solo para quien espera. También para el otro supone un camino de infelicidad. Porque todos necesitamos ser amados por quien somos, no por lo que hacemos o dejamos de hacer. No por subir o no subir fotos en pareja a las redes sociales. No por estar siempre de buen humor. No por estar ultra conscientes las 24 horas del día sobre lo que espera la pareja.
Vivir en la expectativa es la infelicidad para ambos. Y un nido de termitas que va carcomiendo la relación desde dentro, poco a poco. Por mucho que se amen.
Porque la realidad es otra. A veces tu pareja está tan cansada como tú y no tiene fuerzas para grandes gestos. O simplemente, su manera de amar no es igual a la tuya.
Quizá, en lugar de flores o palabras suaves, se expresa con otros detalles, como hacerte el café por la mañana o recordarte que tienes cita en el médico o en el taller.
La expectativa de “pareja perfecta” suele ser la receta para la frustración… porque, ocupas tu mente con lo que falta y eso te impide darle valor a lo que tienes.
Ejemplos de quejas compartidas
Te invito a que escuches a tu mente. Quizás no te dice estas cosas, sino otras. Lo mejor sería, para ambos, que ninguna de las dos mentes alimenten este tipo de quejas. Pero, aquí te dejo algunas, para que “escuches” si resuenan en tu cabeza y les amargan la vida a los dos:
Quejas que repetimos en silencio o en voz alta (¡algunas veces más fuerte de lo que deberíamos!).
¿Por qué nunca pregunta cómo me fue en el día?
¿No puede bajar/dejar el teléfono mientras cenamos?
¿Por qué no puede ser tan “lo que sea” cómo la pareja de mi amiga/o?
¿Por qué le cuesta tanto ser detallista/tener orden/puntual/etc.?
¿No puede recordar lo que le dije la semana pasada?
Si me amara, sabría que odio el olor a cebolla.
Si realmente me quisiera, sabría que no necesito diez preguntas cuando estoy callado…
¿En serio es tan importante que apague la luz/cierre la tapa del baño/recuerde tal cosa?
¿Por qué no puede ser más optimista?
¿Cómo se le ocurre olvidar que era nuestro aniversario?
Si me quisiera sería ella quien me buscaría para tener intimidad y no yo todas las veces.
Puede que no te hayas dado cuenta, pero mientras te preguntas por qué tu pareja no es igual a la de tal amiga, él también se podría estar preguntando por qué no tiene una esposa que entienda su afición a los documentales de la Segunda Guerra Mundial o sus domingos de siesta o competiciones deportivas.
Este fallo lo cometemos los dos. Tú no eres mejor que tu pareja. Ni tu pareja es mejor que tú. Somos diferentes y eso es valioso.
Estos pensamientos son comunes porque en el fondo, todos queremos sentirnos valorados y entendidos. Pero la verdad es que a veces estamos tan concentrados en lo que esperamos del otro que se nos olvida ver lo que ya está ofreciendo.
Haciendo el recuento de lo bueno
A ver, ahora haz una pausa. Y antes de lanzar otra queja interna o pensar en lo que falta, haz el ejercicio de recordar lo positivo.
Hay una gran probabilidad de que, al observar bien, encuentres más motivos de gratitud que de queja.
Tal vez sea su forma de apoyarte en los momentos difíciles, el hecho de que siempre está ahí, o su sentido del humor que te saca una sonrisa en los momentos inesperados.
Al final, por más que a veces te frustre, probablemente te das cuenta de que esos “detalles” que a veces te molestan, son una pequeña parte de alguien que hace su mejor esfuerzo para acompañarte en esta aventura llamada vida en pareja y en familia.
Republico este post, porque creo que será bueno para muchas personas.
Una invitación a la gratitud y el desafío de crecer juntos
Así que, en lugar de enfocar nuestras energías en cómo podríamos cambiar al otro, ¿por qué no mirar con más gratitud lo que ya tenemos? La invitación es a valorar esos gestos, cotidianos, que son la base de la relación.
Sí, habrá cosas en las que ambos necesiten mejorar, y también algunas diferencias que no desaparecen. Pero ahí está el desafío de crecer juntos: aceptar esas pequeñas imperfecciones, hacer equipo y aprender a reírse juntos de las expectativas que nunca se cumplen.
Porque, al final, lo importante no es que sean perfectos, sino que decidan seguir eligiéndose cada día.
¡Un abrazo!