Estás delante de tu taza favorita, el aroma del café recién hecho llena el aire. El primer sorbo es cálido y reconfortante. No es un café cualquiera. Te tomaste el trabajo de elegir uno que realmente te gustara disfrutar. Pero vas apurando la taza sin paladear, con tu mente a kilómetros de distancia.
Estás de lleno en el futuro. Te preocupa la reunión importante que te espera en el trabajo. ¿Lograrás impresionar a tu jefe? ¿Tendrás todas las respuestas que necesitas? El presente del café pasó por tu paladar y tu consciencia sin que lo hayas notado mientras te adelantabas en el tiempo.
Sales con prisas, durante tu trayecto hacia el trabajo, pasas frente a un edificio emblemático de tu ciudad. Es uno de los check que todo turista que visita tu ciudad hará. Muchos incluso escogen visitarla, concretamente, para admirar su arquitectura.
Caminas por delante, pero no lo ves. Tu mente sigue divagando. No estás realmente viendo los edificios ni escuchando a esa bandada de pájaros que trina entre las ramas de un frondoso árbol.
Ahora estás viviendo en el pasado, repasando una conversación incómoda que tuviste ayer.
¿Debería haber dicho algo diferente? ¿Qué habría pasado si hubiera actuado de otra manera? Llegas a tu oficina sin haber notado a aquella chica que te intentó saludar. Una vieja amiga a la que no le dio tiempo detener tu paso acelerado. El presente del viaje se diluyó... mientras tú viajabas atrás en el tiempo.
Es la hora del almuerzo, pero apenas puedes saborear la comida. Tu mente está ocupada en el futuro nuevamente. Esta vez, tu preocupación ronda en torno a lo que te depara la tarde. ¿Podrás cumplir con todos los plazos? ¿Podrás llegar al partido de baloncesto de tu hijo mayor? ¿A qué hora tenías que estar?
Tienes la suerte de estar en un restaurante muy apreciado por su buena cocina. Te pides tu plato favorito. Y está espectacular. Pero tu mente no está conectada con tu paladar en ese instante. Está sumergida, “again”, en las preocupaciones del mañana.
En cada uno de estos momentos, estás dejando escapar la oportunidad de vivir plenamente en el presente.
En el desayuno con tus hijos. En esa llamada de tu pareja. Las tres calles que separan la estación de metro de tu oficina. El canto de los pájaros. La belleza imponente de ese árbol de más de 100 años. Tu cuerpo está, pero tú no estás viviendo ese día.
La esencia misma de la vida está justo frente a ti. El café, el viaje, el almuerzo; tus hijos, las bellezas naturales y las fabricadas por el hombre, ese amigo, tu pareja. Momentos tuyos para saborear y disfrutar.
Muchas personas aprenden lo valiosos que son esos instantes tras perder a un hijo, al sufrir un grave accidente, con un divorcio...
Tienes en tus manos la oportunidad de vivir una vida plena. Lo que te separa de esa plenitud eres tú. Un tú que necesita aprender a estar presente.
Empieza ahora mismo. En el lugar exacto en el que te encuentras. Con las personas que están a tu lado.
Cancela los viajes al futuro y deja de viajar atrás en el tiempo.
En lugar de eso, concéntrate en el aquí y el ahora.
¿Tienes delante tu café? Disfruta de cada sorbo.
¿Vas caminando por la calle? Observa los detalles en tu camino, llena tus ojos con las flores y los árboles que vas encontrando.
¿Estás almorzando? Mastica, sintiendo el placer de cada sabor con cada una de tus papilas gustativas.
La vida se vuelve más rica cuando te sumerges en el presente.
Procura estar presente y redescubrirás la alegría en las pequeñas cosas de la vida. El presente está esperando que lo vivas plenamente, así que no dejes que se escape.
Viki Morandeira
Y si necesitas ayuda, ya sabes. Soy tu coach.