Detente un momento y respira profundo. Siente la suave caricia del hoy que te rodea. El calor del sol o el fresco de la noche. El brillo de las estrellas o el fulgor del sol. Es el único momento que verdaderamente existe.
¿Dónde tienes tu mente la mayor parte del día?
El sufrimiento humano, el tuyo, el mío, el de tu pareja, tus hijos, tus padres o amigos, es la consecuencia de tener la mente en el pasado o en el futuro. ¿Te has dado cuenta?
Empiezas el día pensando en el futuro. Lo que ocurrirá en 10 minutos o lo que “tienes que” hacer en dos horas, no es otra cosa que futuro.
Mientras te estresas porque llegas tarde, o porque tienes una presentación importante, un cliente o una negociación difícil, posiblemente estás perdiendo el momento más importante de todos. El presente.
Y aprovecharlo (o desperdiciarlo) depende de ti.
De cómo tú utilices tu mente. Puedes aprovechar ese “presente” con pensamientos positivos sobre cómo de bien darás ese discurso. O puedes desaprovecharlo inundando tu mente de pensamientos negativos y pesimistas en los que dudas de ti y de tus resultados.
Que hagas una cosa o la otra depende de ti.
Y el tipo de pensamientos que alimentas dependen de tu estado emocional. Si te encuentras en un estado emocional bajo, negativo, lo más seguro es que esos pensamientos tengan el mismo cariz.
Y que tu estado emocional sea mejor o peor, también depende de ti.
No es lo que te ocurre, sino cómo reaccionas lo que importa.
Epicteto.
Estaba en el futuro y me llevé al presente.
En julio del 2011 tenía mi primer entrevista en radio. Recién había publicado mi primer libro, ¿Qué le pasa a mi esposo? Tenía la angustia que acompaña aquello que no has hecho nunca antes.
En la habitación contigua estaba la periodista y locutora del programa. En una sala de espera, yo. Aguardaba mi turno para salir al aire, en directo. Esos minutos fueron de una extrema importancia.
Y sobre todo, fueron el momento de aplicar en mí misma el coaching.
Sigo con la escena. Sola, sentada en un sofá de dos plazas, con mi libro en una mano. Una mano temblorosa que era la consecuencia de una mente cargada de pensamientos.
Ufff, ¿y si me quedo en blanco?
¿Y si me pregunta algo que no sé responder?
¿Y si tartamudeo?
De haber seguido por ese camino, lo más seguro es que la entrevista hubiera sido un desastre. Sin embargo, luego de media hora en directo, ¡¡me estaban ofreciendo tener un programa semanal en la radio!!
¿Cómo lo logré?
Llevando mi mente al momento presente. Estaba divagando en lo que podría pasar (o no) 5 minutos después, cuando entrara al aire. En lugar de eso, me centré en el instante presente. Con atención a lo ahí estaba sucediendo. En mi cabeza.
Apunté a esas preguntas que, desde el miedo, me estaba haciendo. Y respondí con contundencia. Diciéndome lo siguiente:
A ver, Viki, querida. ¿Por qué vas a tartamudear si nunca lo has hecho? Si te llegas a quedar en blanco, no serías la primera ni la última a quien le ocurre.
Además, la presentadora ya habrá enfrentado esa situación y ella sabe resolverla satisfactoriamente.
Y otra cosa, querida Viki, ¡¿Cómo no vas a saber responder a alguna pregunta sobre tu libro si lo has escrito tú?!
Lienzo en Blanco
El futuro, querido amigo, querida amiga, es un lienzo en blanco aún por pintar. Evita perderte en el miedo de lo que quizás no ocurra.
Recuerda, la clave no está en esperar el momento perfecto, sino en tomar acción con valentía en el ahora. Cada día es una nueva página en tu libro, una oportunidad para escribir tu historia con determinación y persistencia.
Aprovecha y vive plenamente el presente, con su poder transformador. Es ahí dónde podrás sembrar las semillas de tus sueños más elevados. El tiempo es un recurso invaluable; invierte cada segundo con propósito y visión, es la manera de forjar tu camino.
El pasado pasó.
El pasado ya no está aquí, ya cumplió su función. ¿Para qué aferrarse a algo que ya no es? Enfócate en aprender de él y deja que te guíe hacia un yo más sabio.
El ayer puede tener sombras. Pero… ¿Quién te dice que lo que pasó fue malo o negativo y no lo que “debías vivir”? Puedes permitir que las sombras del ayer oscurezcan tu visión del mañana. O puedes extraer sabiduría de las experiencias pasadas y avanzar con determinación hacia un futuro lleno de posibilidades.
El pasado sirve si comprendes cuál es su propósito en tu vida. Sirve, si extraes de ese ayer, todas sus lecciones. Sirve, cuando no le permites definir quién eres hoy. En lugar de cargar remordimientos o culpas, libérate de esas cadenas.
Mi primer libro fue el fruto de haber aprendido a superar la crisis de los 40 en nuestra pareja. Y gracias a aquello, tú estás leyendo esto hoy. No podría estar más agradecida de cada vivencia pasada. Incluso de aquellas que tanto dolieron.
Los diamantes se forjan bajo presión, jamás lo olvides.
No he encontrado aquella primera entrevista. Ya han pasado 12 años y he olvidado si la tengo o no. Pero sí he encontrado la segunda (AQUI) que hice también para presentar mi primer libro.
Me escucho y sonrío.
Hoy hablo diferente. He crecido y mejorado con la experiencia. Pero para aprender es necesario tener el coraje y la valentía de hacerlo, aunque algún error cometamos.
Así que, amiga, amigo, abraza este instante, con sus oportunidades y desafíos. Haz de cada momento un paso hacia la mejor versión de ti mismo.
El poder está en tu presente.