Hace unos días, le decía a mi esposo que si hay algo que me gustaría que tuviera nuestra próxima casa es una biblioteca. Amo leer y releer cada tanto mis viejos libros. Como este pequeño y antiguo ejemplar cuyas hojas, entre marrón y amarillo hablan de sus muchos años. El Profeta, de Khalil Gibran.
Este año se cumplen 100 años de su publicación.
Te comparto un fragmento, dóndeAlmitra pregunta al poeta: ¿Qué nos diréis sobre el Matrimonio, maestro?
Amad con devoción, pero no hagáis del Amor una atadura.
Haced del Amor un mar móvil entre las orillas de vuestras almas.
Llenaos uno al otro la copa, pero no bebáis de la misma copa.
Compartid vuestro pan, pero no comáis del mismo trozo.
Cantad y bailad juntos y estad alegres, pero que cada uno de vosotros sea independiente.
Las cuerdas de un laúd están separadas aunque vibren con la misma música.
Dad vuestro corazón, pero no para que vuestro compañero se adueñe de él.
Porque sólo la mano de la Vida puede contener los corazones.
Y permaneced juntos, pero no demasiado juntos.
Porque los pilares sostienen el templo, pero están separados
Y ni el roble crece bajo la sombra del ciprés, ni el ciprés bajo la del roble.
Ya podríamos ser expertos en relacionarnos. Buscar, tener y mantener pareja es algo que nuestra especie lleva siglos haciendo. Y aun fallamos.
Queremos amar y ser amados.
Y aun así no hemos aprendido a vivir ese amor sin ataduras,
Amamos con "posesivos", "mi mujer", "mi marido", porque no hemos aprendido a amar sin la atadura de la posesión.
Hablamos con la necesidad de que se nos de la razón en las discusiones, sin aceptar que es bueno estar de acuerdo en que NO en todo estaremos de acuerdo.
Fallamos al no comprender que nuestras diferencias son beneficiosas y que es bueno aceptarlas pero sobre todo, respetarlas.
Amamos sin ser conscientes de que el amor no asfixia, impone ni decide por el otro.
Amamos sin tener en cuenta que cada uno necesita su individualidad y no un único camino.
Fallamos queriendo ayudar. A veces sin que el otro lo pida. A veces debilitándole, porque al ser ayudado, no aprende por si mismo.
Amamos carentes de inteligencia emocional. Donde los gritos y las prisas han robado el lugar a las risas y la paciencia.
Fallamos en empatía. Hacerlo a tu manera puede no ser lo ideal para tu pareja.
Fallamos poniendo como prioridad lo material, con largas horas de trabajo, buscando el mejor sueldo porque pensamos que así la familia está mejor… Pero pagándolo con nuestra infelicidad.
Amamos ingenuamente, como digo en mi libro, El arte de NO amargarse el Matrimonio,
Ingenuamente "Nuestro matrimonio es algo que ya no ponemos en duda, nuestra relación está por encima de todo. Ingenuamente, vemos a otros separarse, pero seguimos pensando que eso es cosa de los demás, no nuestra."
Amar es un verbo, es una acción y podemos estar "accionando" equivocadamente. De lo contrario no se explica que cada vez aumente el número de divorcios, de fracasos, en algo que queremos y deseamos.
Viki Morandeira
Coach Ontológico