¿Hablas en tu cabeza con tu pareja?
Huir del dolor: el reto de enfrentar conversaciones difíciles en pareja
¡Hola!
Tras 37 años (y medio), en pareja, más 14 años (y medio), siendo coach de relaciones en crisis tengo algunas experiencias y aprendizajes para compartir con mis lectores y clientes.
Y si algo es una constante es lo difícil que resulta hablar con quien más quieres.
Miedo al dolor
Desde los inicios de nuestra especie, el dolor ha sido un enemigo temido, una señal de peligro que nos impulsó a sobrevivir.
Pocas veces tendrás en cuenta que tus neuronas han sido entrenadas durante milenios para identificar y evitar el sufrimiento. Eso nos salvó de la extinción pero…
Así como aprendimos a correr más rápido y alejarnos del miedo, también heredamos la tendencia a huir de aquello que nos incomoda.
Somos los tataranietos de los que huyeron rápido
En la vida cotidiana, este instinto ancestral sigue vigente en muchos ámbitos. Y aún nos sigue salvando la vida. Sin embargo, también tenemos genes de ancestros valientes. ¿Cuáles usas más?
Huir del miedo, especialmente en nuestras relaciones.
Evitamos las conversaciones que sabemos que pueden doler. Pero, ¿a qué costo? En este artículo te invito a explorar cómo el miedo al dolor emocional afecta tus relaciones, especialmente las de pareja, y cómo desarrollar la valentía y la compasión necesarias para enfrentar las conversaciones difíciles.
La huida emocional: cómo nos afecta
Los libros de historia están repletos de narraciones de los héroes y valientes que enfrentaron sus miedos. Sin embargo, somos también los descendientes de quienes eligieron huir del peligro. Este mecanismo, aunque útil en situaciones de vida o muerte, se convierte en un obstáculo cuando evitamos conversaciones importantes por miedo al conflicto.
Cuando algo nos duele en la relación, preferimos callar o, peor aún, tener la conversación en nuestra mente mientras nuestra pareja sigue inmersa en su móvil o una serie. Nos decimos mentalmente todo aquello que quisiéramos expresar, pero no lo verbalizamos. Y vamos alimentando la frustración y el odio. :(
Y en las ocasiones en las que sí hablamos, lo hacemos desde un lugar de reproche y enojo. Lo que pretendía ser un diálogo se convierte en un monólogo donde buscamos defendernos o culpar al otro. Y aunque nuestra pareja procure explicarse, interpretamos sus palabras como excusas o intentos de evadir la responsabilidad.
Reflejo: ¿Y si tú también lo has hecho?
Es fácil señalar las faltas de nuestra pareja, pero, ¿te has detenido a reflexionar si tú también has cometido errores similares? Antes de acusar, observa con detenimiento la conducta que te molesta y quita las etiquetas que le has puesto. Imagina que esas palabras que estás a punto de decirle fueran dirigidas hacia ti.
Por ejemplo, si estás a punto de reclamarle por no escuchar, pregúntate: ¿cuántas veces he estado yo distraído/a mientras mi pareja intentaba hablar conmigo? Este ejercicio de introspección no solo te ayuda a empatizar, sino que te permite reconocer que eres una persona imperfecta también.
La clave aquí es cambiar el enfoque. En lugar de empezar con una acusación, considera disculparte por las veces que tú también has fallado.
Este pequeño acto de humildad puede transformar por completo el tono de la conversación.
El diálogo interno victimista
Una de las barreras más grandes para tener conversaciones productivas es el diálogo interno victimista. Es esa voz que te dice que tienes toda la razón, que el otro es culpable de tu dolor y que merece ser castigado. En este escenario mental, nos posicionamos como jueces y el otro es el acusado.
Pero, ¿qué pasaría si en lugar de buscar ganar el juicio, buscaras entender al otro?
Este cambio de perspectiva requiere madurez emocional y la capacidad de reconocer que eso que sentimos, no es responsabilidad exclusiva del otro.
Compasión y sinceridad: herramientas para conversaciones difíciles
La compasión es esencial para nuestra paz mental y para mejorar nuestras relaciones. Antes de abordar una conversación difícil, es importante ponerte en el lugar de tu pareja. Pregúntate:
- ¿Qué puede estar sintiendo mi pareja en este momento?
- ¿Cómo puedo expresar lo que siento sin hacerle sentir atacado/a?
- ¿Qué palabras usaría si mi objetivo fuera conectar, no culpar?
La sinceridad, por otro lado, es un acto de madurez. Ser sincero no significa ser cruel. Significa hablar desde el corazón, con la intención de resolver, no de herir. Esto implica admitir tus propios errores y ser vulnerable al expresar tus necesidades y emociones.
Cuando hablo de sinceridad no me refiero a decir las cosas que piensas. NO. me refiero a pensar y reflexionar, siendo una persona sincera, contigo.
Ser sincero contigo implica reconocer tus propias emociones, miedos y motivaciones, incluso cuando no son agradables de admitir. A veces, el enojo hacia tu pareja puede ser un reflejo de frustraciones internas o expectativas.
Antes de iniciar una conversación difícil, es fundamental mirarte con honestidad y preguntarte:
¿Qué estoy sintiendo realmente?
¿Estoy buscando resolver el problema o simplemente aliviar mi malestar culpando a mi pareja?
La autenticidad comienza con aceptar quién eres y lo que necesitas. Cuando nuestros hijos eran pequeños, yo tenía más paciencia que mi esposo. El levantaba la voz, se enojaba, si eran desordados, si no hacían caso. Yo he sido siempre más permisiva, él, más estricto. Y hemos peleado muchas veces por eso. Pero esto es algo de hace más de 20 años. Nuestros hijos ya son adultos, incluso somos abuelos, creo que lo conté, ¿no? :)
Yo sentía frustración y ansiedad si mi esposo levantaba la voz o se enojaba. Lo que buscaba era no sentir eso, y quería que él se calmara. Cuando lo intentaba hacer, hablándole, pidiéndole que no gritara a los niños, las cosas nunca se solucionaban. Solo empeoraban.
Comprendí que en esos momentos el no podía hacerlo mejor. Cuando estaba tranquilo lo hacía mejor. Asumí que yo también tenía momentos en los que me estresaba y perdía la paciencia con los niños.
No tenía sentido tratar de calmarlo, porque me decía que yo defendía a los niños cuando él quería educarlos. ¿Te suena de algo?
Todo cambio llegará de ti. No porque seas mejor que la otra parte, sino porque puedes plantearte qué necesitas mejorar tú para que las cosas mejoren. Y luego, confía, tu pareja se contagiará y también irá mejorando. Luego de 38 (casi) años juntos, puedo decirte que todos cambiamos, mejoramos, nos calmamos, o nos tomamos la vida menos “a pecho”.
Ser sincero con uno mismo implica asumir la autorresponsabilidad de tus emociones y acciones. A menudo, cuando enfrentamos problemas en una relación, es fácil culpar a la pareja por nuestro malestar, pero la sinceridad interna requiere reconocer que, aunque los comportamientos de otros nos afecten, nuestras reacciones son nuestra responsabilidad.
Pregúntate: ¿De qué manera mi propio comportamiento o mis expectativas contribuyen a la situación?
Ser sincero contigo mismo significa aceptar que, si bien no podemos controlar las acciones de los demás, sí podemos controlar cómo respondemos y qué necesitamos hacer para mejorar la situación.
Hoy es un poco largo el tema. Pero es importante.
Reconocer nuestros propios errores y emociones, como propias también, es un acto de madurez, que permite una comunicación más clara, honesta y constructiva con la pareja.
Cómo abordar conversaciones difíciles
1. Reflexiona antes de hablar
Antes de “escupir” todo lo que pasa por tu cabeza, reflexiona sobre tus emociones. Identifica qué te molesta y por qué. ¿Es realmente algo que tu pareja hizo, o hay factores externos que están influyendo en tu percepción?
2. Escoge el momento adecuado
Evita iniciar conversaciones importantes cuando tú o tu pareja estén cansados, estresados o distraídos. Busca un momento en el que ambos puedan estar presentes y dispuestos a escuchar. Pero NO en la cama o a la hora de ir a dormir. A veces, esa conversación es tan importante, que requiere que te tomes el tiempo que haga falta hasta encontrar el momento oportuno para los dos. Aunque pasen varios días.
3. Habla desde tu experiencia
En lugar de culpar, utiliza frases que reflejen tus emociones. Por ejemplo, en lugar de decir: “Tú siempre gritas a los niños”, intenta con un: “Me siento mal/me asusto/me tenso mucho cuando levantas la voz a los niños”. Necesito aprender a gestionar mis emociones en ese momento (sinceridad contigo) .
4. Escucha activamente
Dale a tu pareja la oportunidad de hablar y escucha con la intención de entender, no de responder. Esto significa prestar atención sin interrumpir y hacer preguntas para clarificar, pero no desde el juicio. NO digas NO entiendo ¿por qué les gritas? Eso es un juicio. Puedes decirle, Me gustaría entender lo que sientes en ese momento, ¿qué te hace gritarles?
5. Reconoce tus errores
Si te das cuenta de que has contribuido al problema, admítelo. Decir “Tienes razón, yo también lo he hecho” puede rebajar considerablemente la tensión y abrir la puerta a una conversación más honesta.
6. Busca soluciones juntos
Una vez que ambos hayan expresado sus puntos de vista, trabajen juntos para encontrar una solución. Esto refuerza la idea de que están en el mismo equipo, no en bandos opuestos. Pero ojo, la solución no es que tu pareja lo haga a tu manera. A veces cometemos el error de creer que el otro es quien tiene que cambiar. Y su cambio, la mayoría de las veces, llega cuando yo cambio la manera en que enfrento eso que no me gusta de mi pareja.
Beneficios de enfrentar el dolor
Aunque huir del dolor puede ser una respuesta instintiva, enfrentar conversaciones difíciles nos brinda beneficios significativos:
- Fortalece la confianza: Hablar abiertamente fortalece el vínculo emocional con tu pareja.
- Promueve el crecimiento personal: Aprender a manejar conflictos de manera saludable te ayuda a crecer emocionalmente.
- Mejora la relación: Abordar los problemas evita que se acumulen resentimientos y crea una base más sólida para la relación.
El primero en pedir perdón es el más valiente
Huir de aquello que creemos que nos dolerá puede habernos salvado en el pasado, pero en nuestras relaciones, es necesario tener el valor de reflexionar y a veces hablar, sobre aquello que nos incomoda. Las conversaciones difíciles son una oportunidad para conectar, aprender y crecer juntos. Siempre que tu intención única no sea la crítica y que tu pareja cambie, porque crees que es la única persona que lo está haciendo mal.
Con compasión y sinceridad, puedes transformar los conflictos en oportunidades para fortalecer tu relación.
Vamos por la vida con mucha prisa… pero es necesario tomarte el tiempo que haga falta para tener ciertas conversaciones con tu pareja. Siempre que no lo hagas desde la culpabilización y sí desde tus emociones, podrán mejorar y conectarse.
NO tengas conversaciones constantes sobre tus emociones dolorosas. Tu pareja pensará que la relación no funciona. Es mejor entender qué es lo que ocurre para que tú te sientas mal. Muchas veces un cambio de enfoque hace que tus emociones mejoren y no necesitarás hablar con tu pareja tan a menudo.
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