Luego de una crisis como la que supone una infidelidad, hay toda una reestructuracion mental sobre lo que valoramos.
Las hormonas que provocaron la infidelidad pueden pasar a un segundo plano, para dar más valor al amor, a la seguridad del vínculo, a la familia como soporte para uno mismo y para nuestros hijos. El amor es una decisión personal, consciente, no un arrebato emocional y hormonal.
Yo decidí tomar la infidelidad de mi esposo como una enfermedad puntual y con fecha de caducidad con síntomas desagradables. (Mentiras, deslealtad, falta de respeto al vínculo, sus encuentros con la otra) Todo eso lo elegí ver como lo que le pasaba a él y no como algo que me hacía a mi.
Es difícil despersonalizar el engaño, porque culturalmente lo vemos como un agravio a uno mismo.
Pero para mi fue más fácil verlo así, porque no siendo o no considerándome una mala persona, yo le había sido infiel a mi esposo con 19 años, siendo novios, a los 4 años de empezar.
Su infidelidad me ayudó a perdonarme a mi misma por haberme dejado llevar por las hormonas y la inmadurez .
La inmadurez no está relacionada con los años que uno tenga, si no con el nivel de consciencia en el que uno se encuentra.
Pasamos por varios niveles de consciencia durante la vida, y durante la infidelidad. Al principio vemos culpa en el otro. Es nuestro verdugo y nosotros la victima. Luego pasamos a otro nivel de consciencia, en el que nos vemos como culpables/responsables de las grietas que nuestros errores crearon en la relación. Y si seguimos aumentando nuestro nivel de consciencia, llegamos a un punto en el que no hay víctima ni verdugo, no hay culpables. Si no una situación vital que nos tocó vivir como a casi el 100% de las personas.
Dejamos de pensar que no nos merecíamos esto para aceptar que ocurrió.
Dejamos de verlo como una terrible desgracia para verlo como un momento de aprendizaje vital y crucial.
La realidad no cambia. La infidelidad existió. Lo que cambia es nuestra percepción, nuestra interpretación de esa misma realidad y eso hace que podamos tener emociones como la gratitud, la paz y el amor.
Yo me siento agradecida a que la amante de mi esposo fuera quien fue. Porque quizás si hubiera sido una chica española o argentina, las cosas hubieran terminado diferentes.
Me siento agradecida porque aprendí a conocer las emociones de mi esposo, a leer su lenguaje no verbal, a entender a un ser totalmente diferente a mi, con necesidades y gustos a veces opuestos. Aprendí a valorar los momentos simples, a vivir con más consciencia y menos velocidad.
A cambiar el tengo que por un quiero (o no quiero)
Aprendí a dejar a un lado al ego que se resiste a ver sus errores para centrarse en los del otro. Aprendí a ser humilde, no soy perfecta y eso hizo que tuviera más compasión conmigo misma.
Entendí que la infidelidad es mucho más común de lo que me creía, y a entenderla. porqué todas mis chicas vivían lo mismo que yo había vivido, ese duelo, cada uno de los síntomas de el estrés que provoca este trauma.
Me siento agradecida por haber decido cambiar de carrera . Estaba en segundo año de la licenciatura de turismo cuando me sacudió el tsunami. Y tras ello, yo ya no era la misma persona que dos años atrás había empezado esa carrera. Elegí formarme en lugar de ir al psicólogo. Sabía que necesitaba ayuda y herramientas para enfrentarme a aquel trauma. Y decidí convertir aquello en una oportunidad para sanar yo y ayudar a quienes pasaran por lo mismo.
Todo ocurre para algo. Si encuentras el para qué te ocurrió podrás vivir en paz y plenitud.
Viki