Cuando tú cambias, aunque nada cambie, todo cambia (y te ahorras un drama innecesario)
Cambiar la conexión neuronal que te hace sufrir requiere paciencia. Ten esa paciencia.
¡Hola Gente!
Hace bastante conseguí comprender cómo de real es esa frase que dice:
Cuando yo cambio, aunque nada cambie, todo cambia.
Sucedía que cuando mi esposo me preguntaba:
— ¿Tiene sal?
Yo sentía como el bello sobre mi piel se erizaba, como un gato ante el peligro. Me sentía atacada por esa simple pregunta y todo mi ser se preparaba para defenderme, atacando. Notaba como mi tono de voz era defensivo, agresivo. Y cómo esa situación cotidiana desencadenaba en una situación tensa, inútil e innecesaria. (mi esposo me preguntaba CADA DÍA si la comida tenía sal, lo sigue haciendo, pero ya no soy un gato a la defensiva)
¡Era como si mi cerebro ya tuviera un atajo listo! Cada vez que mi esposo hacía una pregunta sobre algo fuera de lugar, sobre la sal, sobre algo que se rompía por el simple uso, mi mente encendía la señal de alarma y yo reaccionaba a la defensiva como si estuviera en medio de una investigación criminal.
Hasta que un día decidí que ya no quería sentirme así. Fue cuando puse en práctica aquello de:
Cuando yo cambio, aunque nada cambie, todo cambia.
Reflexioné sobre lo absurdo de enojarme o contraatacar por una pregunta que no era un ataque. Sino un hábito inocente e inconsciente de mi esposo. El de hacer preguntas. Y con paciencia lo logré. Lo hice, recordándome, cada vez que escuchaba su pregunta, que era simplemente eso, una pregunta y no una descalificación personal hacia mí, ni una duda sobre si yo sabía cocinar a su punto justo de sal, ni nada de eso…
Las neuronas que se activan juntas, se conectan juntas
El cerebro humano es sorprendente.
Cuando vivimos una situación y sentimos una emoción intensa, las neuronas involucradas se conectan entre sí.
A medida que se repite la misma experiencia emocional, esas conexiones se refuerzan. Es un mecanismo de supervivencia inconsciente, de la mente, que nos ayuda a reaccionar rápidamente ante lo que interpreta como posibles amenazas.
Caminos Neuronales
El cerebro forma patrones neuronales a través de la repetición de pensamientos y emociones. Esto se debe a la neuroplasticidad cerebral. Es decir, la capacidad del cerebro de reorganizarse y formar nuevas conexiones en respuesta a la experiencia.
Cuando algo nos genera una emoción fuerte (como sentir que alguien te juzga con un comentario), las neuronas asociadas a ese pensamiento y emoción se activan juntas repetidamente, reforzando el patrón. Como decía Hebb: «las neuronas que se activan juntas, se conectan juntas».
🧠 Teoría de Hebb La teoría de Donald Hebb postula que «las neuronas que se activan juntas, se refuerzan mutuamente», lo que significa que la conexión entre neuronas se fortalece con la activación conjunta.
📅 Origen de la Máxima Esta cita fue introducida por el neuropsicólogo Donald Hebb en 1949, marcando un hito en la comprensión de las conexiones neuronales.
📚 Aplicaciones La regla de Hebb es fundamental en la neuropsicología y explica cómo se forman los recuerdos mediante la activación repetida de neuronas.
Tus caminos neuronales
¿Hay actos, gestos, palabras, preguntas, actitudes, respuestas, reacciones de tu pareja que te generan dolor?
¿Se repiten situaciones similares, día tras día o cada vez que tu pareja “hace/dice eso”?
Si te ocurre, te doy la bienvenida a la realidad de tus caminos neuronales. No sufres porque tu pareja quiera lastimarte, fastidiarte o arruinarte el día.
Sufres porque tienes un camino neuronal reforzado que conecta A con B. Conecta A, la situación o palabras de tu pareja, con B, tu dolor.
Resulta que nuestro cerebro es un experto en ahorrar energía. Cuando un pensamiento o reacción se repite muchas veces, las neuronas crean caminos rápidos y automáticos. Si durante años te has sentido mal ante ciertas frases o situaciones, tu mente sigue esa ruta sin preguntar.
Muchos conflictos en pareja surgen no por lo que el otro dice o hace, sino por la interpretación automática que nuestra mente ha creado. Pero aquí está la gran verdad: cuando cambiamos nuestra forma de pensar, nuestra realidad cambia, aunque nada más lo haga.
No podemos controlar cómo habla o actúa nuestra pareja, pero sí podemos decidir qué significado le damos a sus palabras y cómo queremos sentirnos al respecto. Es una práctica que requiere atención y repetición, pero con el tiempo, esos viejos caminos neuronales dejan de ser nuestra ruta predeterminada.
Si quieres mejorar tu relación de pareja, empieza por dentro.
Observa qué pensamientos te generan sufrimiento y decide conscientemente construir un nuevo camino. Porque cuando tú cambias, aunque nada cambie, todo cambia.
Tengo una noticia para ti. Tu cerebro te sabotea (pero puedes domarlo)
Si una persona cambia conscientemente su interpretación de una situación y repite ese nuevo pensamiento, con el tiempo se debilitan las conexiones anteriores y se fortalecen las nuevas. Esto permite reaccionar de manera diferente, incluso si la situación externa no ha cambiado.
Por eso te decía, que para dejar de sufrir por algo que repetidamente te produce dolor, aunque “eso” no cambie, si “tú cambias”, dentro de tu mente todo cambia.
Y ya no vivirás ese momento desde el dolor, sino desde otras emociones.
Fue necesario, en mi caso, entrenar a mi cerebro para interpretar las preguntas de mi esposo sin asumir que son un juicio, así se fue creando un nuevo camino neuronal en el que no sufro. Pero… Sí, siempre hay un pero.
El misterio del fregasuelos y el drama innecesario
Para los suscriptores: he añadido un ejercicio de 3 pasos para sentirte mejor en tu día a día, con tu pareja. Pero que es aplicable a todo aquello que te genera malestar. Te lo cuento a continuación
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