Amar es un ejercicio de libertad y responsabilidad
La Paradoja de la Libertad: La Responsabilidad de Amar en una Relación de Pareja
Hola Gente!
Hablaba hace unas semanas de la metacognición.
La capacidad que todos tenemos para pensar sobre cómo pensamos y aprender a hacer cambios en nuestra manera de actuar, para conseguir mejores resultados la próxima vez que se nos presente una situación similar.
Y como aquí hablamos de pareja, ya sabes que busco la manera de que puedas aplicar estos conceptos a tu vida, a tu relación.
Y en mi proceso de metacognición, (pensar y aprender a hacer las cosas mejor) estaba reflexionando sobre la libertad y la responsabilidad en la pareja.
"La libertad significa responsabilidad: por eso, la mayoría de los hombres (y mujeres, claro) tienen tanto miedo."
George Bernard Shaw
La libertad puede ser un concepto tan atractivo como aterrador.
Déjame que lo explique.
Resulta paradójico que cuanta más libertad tenemos para actuar y decidir, mayor es nuestra responsabilidad sobre lo que sucede.
Eres libre de elegir qué decir
Imagina que llegas a casa después de un día agotador, con ganas de relajarte y desconectar un rato. Te encuentras con tu pareja en el sofá, y decides soltarle un comentario sarcástico sobre cómo dejó todo desordenado.
La libertad está ahí: puedes decir lo que quieras. Pero también eres responsable del impacto de ese comentario en tu pareja.
Tal vez esperas que se ría y te siga el juego, pero en lugar de eso, lo que cosechas es un silencio incómodo, un malestar en el aire. Con bastante seguridad, una discusión más tarde, cuando te devuelva el golpe.
Al final, la libertad de expresar lo que piensas viene con la responsabilidad de cuidar el tono y la forma en que lo haces, porque no solo siembras palabras, también siembras emociones.
Eres libre de elegir qué hacer
Otro ejemplo: imagina que tu pareja te pide ayuda en el fin de semana con algo que lleva días queriendo hacer. Y tú, en tu libertad, decides ignorar su petición, pensando: «Trabajo toda la semana, merezco un descanso».
Claro, eres libre de elegir cómo actuar. Y también eres responsable de las semillas que estás sembrando. En este caso, la de la indiferencia. Una semilla que hará que en el futuro puedas cosechar resentimiento o frustración. No siempre lo que es más cómodo para uno, es lo mejor para la relación.
Eres libre de no decir que no
Y un tercer ejemplo: estás en una situación tensa con tu pareja, cree que podrían ir a casa de un familiar. Algo que tú no quieres hacer, algo que podría ser resuelto con una simple conversación. Diciendo: “Cariño, te diría que sí, pero realmente no tengo ganas de ir a casa de tu prima, gracias por comprenderme”.
Sin embargo, decides no decir nada, te vistes y vas, para evitar que tu pareja pregunte por qué no quieres ir, y tener que decirle que te aburren sus conversaciones. Callas, vas, dejando pasar la oportunidad de hablar con sinceridad y que tu pareja pueda saber lo que sientes.
Aquí tu libertad de elegir la pasividad te da el poder de no decir nada, pero también eres responsable de que esa falta de acción se traduzca en frustración, distancia emocional y victimismo. En lugar de dejar que la tensión crezca, la responsabilidad de tomar acción para sanar la relación recae en ti.
La libertad está en nuestras manos, pero las semillas que sembramos con nuestras acciones o palabras son las que realmente determinan la cosecha en nuestra relación.
Piénsalo. Eres libre para tratar a tu pareja como tú quieras. Y a la vez, eres responsable de las consecuencias y resultados de tus actos.
Tenemos libertad de elección de las semillas que sembramos y eso nos hace “causantes” de las cosechas que obtenemos.
Míralo desde esta perspectiva. En la interacción con tu pareja, la libertad es el espacio en el que eliges cómo reaccionar.
Si tu pareja está distante, distraída, enferma, feliz o incluso agresiva, tú eres libre de elegir cómo responder, actuar o comportarte.
El problema llega cuando ante una actitud negativa de nuestra pareja no elegimos una respuesta pensando en el resultado. Reaccionamos sin inteligencia emocional. 😢😢 Y aunque tengamos la teoría, es necesario estar presentes y conscientes para responder con amor en lugar de reaccionar desde el impulso. ¡A mí me “falla” la presencia muchas veces!
Defenderte, atacar, o incluso victimizarte por su comportamiento son elecciones. No obligaciones.
Es fácil caer en la trampa de pensar que, si tu pareja actúa de manera fría o agresiva, tienes derecho a responder de la misma forma para «defenderte» o «mostrar que no te vas a dejar pisotear».
Pero al hacer esto, no solo estamos eligiendo una reacción que refuerza el conflicto, sino que estamos perpetuando la dinámica de lucha en la que ambos se ven atrapados.
En lugar de transformar la situación, la estás alimentando con más reactividad y, con ello, refuerzas un ciclo en el que ambos se sienten heridos y desbordados.
La verdadera libertad (y la inteligencia emocional) no está en responder impulsivamente, sino en la capacidad de elegir una respuesta que no dependa del comportamiento del otro, sino de nuestro deseo genuino de cambiar la dinámica, incluso si eso significa ser el primero en romper el patrón.
En última instancia, nuestra verdadera libertad radica en decidir cómo queremos vivir la relación, más allá de lo que el otro haga.
Recuerda que al ejercer esta libertad, (la de jugar al ojo por ojo, o la de tratar con compasión a alguien estresado que levanta la voz) eres responsable de perpetuar el ciclo negativo en el que se encuentran o de poner calma.
La Siembra y la Cosecha en las Relaciones de Pareja
En las relaciones, todo lo que sembramos, tarde o temprano, lo cosechamos. Si sembramos críticas, rencor o indiferencia, cosechamos dolor, resentimiento y desconexión.
Pero si sembramos comprensión, compasión y respeto, los frutos serán una relación más armoniosa y profunda.
La libertad no solo se trata de lo que puedes hacer, sino de lo que decides hacer con el poder que tienes sobre tus acciones.
Cuando “actuar bien” da miedo
A veces, la idea de que somos completamente responsables de lo que sucede en nuestra vida puede generar miedo.
¿Y si trato bien a mi pareja y no responde de la misma manera?
¿Y si, al elegir actuar con amor, termino con más dolor?
¿Y si al no “reprocharle” su comportamiento cree que puede tratarme así de mal siempre?
Entiendo ese miedo. Confía en mí.
La respuesta está en la transformación que traerá tu cambio interno.
Al cambiar tu actitud y enfoque, logras influir positivamente en la relación, aunque el cambio no siempre sea inmediato o lineal.
Ten paciencia. Las semillas que sembramos no son como el guisante mágico del cuento.
Las personas a nuestro alrededor reaccionan a nuestra energía, y muchas veces, el simple acto de elegir el amor por encima de la reactividad tiene el poder de cambiar la dinámica.
El miedo a ejercer la libertad: ¿Y si mi cambio no funciona?
El miedo a ejercer nuestra libertad de tratar bien al otro surge cuando nos sentimos impotentes frente a la actitud negativa de nuestra pareja.
A veces, podemos creer que si le tratamos con amabilidad y compasión, nuestra vulnerabilidad será explotada.
Este miedo se alimenta de la creencia de que nuestro bienestar depende de cómo el otro se comporte, olvidando que, en última instancia, nuestra felicidad no está en manos de nadie más.
En realidad, la verdadera libertad es la capacidad de decidir cómo nos sentimos y cómo respondemos, independientemente de las circunstancias externas.
Incluso si nuestra pareja no cambia, somos libres de decidir cómo vamos a vivir nuestra relación: con paz, amor y respeto, o con conflicto y resentimiento.
Esta libertad puede ser aterradora, porque nos hace conscientes de que nuestra felicidad depende de nuestra capacidad para no dejarnos arrastrar por los comportamientos ajenos.
¿Puedo ser libre para decidir seguir o no con esta persona?
En lugar de criticar y condenar a tu pareja por su falta de inteligencia emocional, dale la libertad de seguir con esas conductas y dile, con serena seguridad, que en el ejercicio de tu libertad, tú puedes elegir estar o no en una relación así. Jamás lo digas como amenaza. No lo uses como chantaje emocional para que cambie.
Dilo confiando en qué esa semilla, en la que le das responsabilidad sobre sus actos y actitudes, ¡¡dará frutos!!
Tú has podido cambiar, al dejar de atacar y confía en que tu pareja también puede.
Una relación libre y con poder
Al liberarnos de la necesidad de defendernos, de atacar o de victimizarse por lo que hace el otro, nos colocamos en una posición de poder. Dejar de reaccionar desde el miedo o el ego nos da la oportunidad de transformar nuestras relaciones desde la raíz. Cuando dejamos de ver a nuestra pareja como el «enemigo» y comenzamos a ver la relación como un espacio de crecimiento mutuo, nos damos cuenta de que somos los arquitectos de nuestra propia felicidad.
Mejoras tu relación y tu vida al elegir, desde la libertad, ser quien realmente quieres ser y actuar desde lo más alto de tu naturaleza.
Así como el agricultor confía en su trabajo y en sus semillas, confía tú también en tus pasos.
No hay necesidad de temerle a la libertad, porque es la clave para desbloquear la vida que siempre hemos deseado. Al final del día, el amor y el respeto hacia nosotros mismos y hacia los demás son las herramientas más poderosas que tenemos para crear relaciones plenas y auténticas.
Viki Morandeira